Lo primero de todo es tomar la decisión, que no es fácil.
Se pueden dar distintos casos: acabas de terminar la carrera y sigues siendo a todos los efectos
un estudiante que vive con sus padres y todas las facilidades del mundo para seguir estudiando
(este en teoría es el mejor caso), estás trabajando con malos horarios, pero sin demasiados
compromisos familiares, vamos, sin hijos, y el caso más complicado, trabajas y tienes un par de
hijos pequeños que te quitan el poco tiempo que te queda (el caso más complicado, pero para
nada imposible).
En todos los casos tienes que hacerte la misma pregunta: ¿quieres aprobar? Si quieres
aprobar, si realmente quieres aprobar, apruebas. Así de sencillo.
Porque si quieres aprobar quieres dejarte los cuernos estudiando, quieres dejar de salir, de
tener vida social, de hacer caso a tu familia y amigos y en definitiva de dejar de hacer otra cosa
que no sea estudiar.
Y una vez que tienes esto claro ya no hay quien te pare.
¿Que va a ser duro? Sí, mucho. Muy duro, no te voy a engañar. Estarás tan obsesionado con
aprobar que no pensarás en otra cosa. Soñarás con los temas, los cantarás a todas horas, te los
llevarás a cualquier sitio (al médico hay que seguir yendo), pero irás a la sala de espera del
dentista con tus temas.
Y cuando no puedas leerlos o estudiarlos (algunos nos mareamos si leemos en el coche), los grabarás y los irás escuchando a todas horas. Será tu playlist favorita!
Y algunos me habéis preguntado, ¿y cómo se concilia esto con tu vida? Pues no se concilia, te
dedicas en cuerpo y alma a aprobar, porque pensar en otro año así es peor que dejar durante
un año y poco tu vida aparcada y retomarla con alegría (mucha alegría) una vez hayas
aprobado.
Porque al final pensarlo, se tratan de 13-14 meses malos frente a tener trabajo para
toda la vida, y un trabajo además muy bonito con un buen sueldo. No suena tan mal visto así,
¿verdad?
Para ello, y dependiendo de tu situación, lo llevas como puedes.
Si sigues siendo estudiante quizás salgas un poco menos (o nada para ser sinceros) pero tu vida
va a cambiar poco.
Si estás trabajando, todo tu tiempo libre que antes lo dedicabas a salir, amigos, gimnasio…
ahora lo dedicas por completo a estudiar.
Pero, ¿y si eres de los que trabajas y además tienes hijos? Pues ahí desde luego tienes que
hablar con el otro progenitor y dejarle claro, muy claro, que durante ese año y pico no estás
para nada, como si te hubieras divorciado y la custodia completa la tuviera la otra parte. Mejor
dejarlo claro desde el principio que andar todo el año agobiado. También ayudaría que te
pidieras una excedencia, una salida con paro del trabajo o una reducción de jornada, que luego
cumplas claro.
Aunque aquí voy a daros un rayo de esperanza. No todo es estudiar, eso quizás el 90%. El otro 10%, una vez cubiertas las necesidades básicas, deja tiempo para otras actividades muy importantes. Hacer deporte es esencial para airearte y despejar la mente (mens sana in corpore sano), o dedicarle tiempo a la familia, o ver una serie, o salir un rato con los amigos… Esto te dará algo de cordura para aguantar todo el proceso.
Porque, y esto también es una verdad como un templo, el proceso es duro y muy intenso.
Tienes momentos de bajón, momentos que te preguntas por qué te has metido en esto,
muchos sacrificios personales y luego claro, están los nervios y el agobio los días de exámenes
y los días previos a la salida de notas.
Y como esto es una carrera de fondo es necesario gestionar bien todo esto. Estar fuerte
emocionalmente es esencial para ser opositor. Contar con el apoyo de los preparadores, la
familia y amigos muy necesario también. Y creer firmemente que lo vas a conseguir!
Este artículo, al igual que el resto, ha sido escrito por uno de nosotros, 11 preparadores miembros del Cuerpo del Ingenieros Industriales del Estado. En este caso, por una compañera, ex-miembro de tribunal, madre de 3 hijos ya antes de comenzar a estudiar la oposición, mujer resiliente donde las haya :-)
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