Primero fue la pandemia de la Covid-19 el confinamiento y los problemas en la cadena de suministro, además del transporte. Después la guerra de Ucrania y la fuerte subida de los costes, que provocaron niveles de inflación nunca vistos en las últimas décadas. Y ahora, la sequía.
Es el golpe de gracia para el campo español que, según las estimaciones del sector, podría generar pérdidas este año de 10.000 millones de euros a la espera de saber si la falta de agua se prolonga. Teniendo en cuenta que, según las últimas estimaciones del Ministerio de Agricultura, la producción agroalimentaria española se elevó el año pasado a 61.366 millones de euros -36.276 millones se corresponden a la agricultura 25.090 a la ganadería- eso significa que la escasez de agua provocará la pérdida de más del 16% del total de la producción.
Ante esta situación, las alarmas no solo han saltado en el sector primario, sino a largo de toda la cadena alimentaria, que teme ya que vuelve a incrementarse de nuevo la presión sobre los precios. La Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (Fiab) manifiesta así su "preocupación respecto al problema originado por la sequía ya que para el sector tanto por producción como por higiene y seguridad, el agua es imprescindible", advirtiendo además de que la situación es especialmente grave para alguna categoría de productos "que ya son irrecuperables"."Desde Fiab recordamos la importancia de que se establezcan políticas hídricas solidarias y equilibradas en las que se tengan en cuenta y prioricen sectores estratégicos como la cadena alimentaria", sentencia la patronal alimentaria.
De momento, un informe de Asajacifra ya las pérdidas hasta mayo en 9.438 millones de euros. Nadie se salva, pero hay cultivos donde la situación es realmente dramática. "En cereales, la campaña media es de 21,4 millones de toneladas. Si damos por perdida ya el 70% de la cosecha son 15 millones de toneladas a un precio medio de 240 euros por toneladas, lo que provocaría unas pérdidas de 3.600 millones de euros", asegura Asaja.
Y el problema es que, aun calculando unas indemnizaciones del seguro agrario en torno a los 300 millones de euros, "estaríamos en unos números rojos de 3.300 millones", según el informe. Y a esa cantidad hay que sumar otros 700 millones más de otros herbáceos.
El olivar, en peligro
Y no menos dramática es la situación en el olivar. España es el líder mundial en producción de aceite de oliva y si la ausencia de lluvias persiste de aquí a la recolección en el mes de diciembre o enero, provocaría un daño al sector que podría costar hasta 2.000 millones. La sequía provocó ya que el año pasado la producción se redujera a menos de la mitad, hasta unas 600.000 toneladas, con una precipitación que no llego a los 250 litros acumulados, frente a una media en los últimos años por encima de 1,2 millones de toneladas.
Según Asaja, "poniéndonos en una situación aún peor, se podría dar la campaña por perdida, con una caída hasta 400.000 o 500.000 toneladas finales". Y lo peor, además, es que es posible que "para la campaña siguiente el olivar todavía esté dañado y sigue habiendo por lo tanto una repercusión en la producción".
En frutales, la situación es igualmente alarmante y las pérdidas se elevan ya a 1.050 millones de euros por la falta de lluvias.
En horticultura, a pesar de que hay extensiones extensivas de regadío, el coste asciende a 800 millones de euros y hay productos como la patata, la cebolla o el ajo donde han saltado ya todas las alertas y la caída de producción amenaza con provocar no solo una seria caída de las exportaciones sino incluso problemas de abastecimiento en el mercado interior. Es algo que hemos visto ya en los últimos meses, con los lineales de las cadenas de supermercados británicos vacías por falta de producto procedente de España, que sigue siendo la gran huerta de Europa.
Golpe al viñedo
En el viñedo, Asaja estima una reducción de la producción del 20% respecto a la campaña pasada, que podría incrementarse si la sequía persiste y que ha generado ya pérdidas estimadas de 486 millones de euros estimando un precio medio de 0,6 euros por litro. Pero las pérdidas no solo para los agricultores, sino también para los ganaderos, que se ve obligados a incrementar las compras de piensos. Se estima así que el vacuno tendrá que afrontar un coste de 400 millones de euros; el ovino de 280 millones, el caprino de 120 millones y el porcino ibérico de otros 100 millones más. Si se suman otros 30 millones de pérdidas en el vacuno destinado a la producción láctea son en total casi 1.000 millones más.
"La situación es dramática. En la agricultura el daño puede prolongarse porque hay plantaciones y árboles que van a quedar mermados y en la ganadería estamos viendo que hay colas en los mataderos para sacrificar animales ante la fuerte subida que están experimentando los costes", asegura el presidente de Asaja, Pedro Barato, que considera que las ayudas aprobadas por el Gobierno son totalmente insuficientes.
Históricamente expuestos
El conjunto de los países del Espacio Económico Europeo (EEA, por sus siglas en inglés) ha perdido casi 500.000 millones de euros acumulados en las últimas cuatro décadas, de las que España suma 45.300 millones. Por año, esto significaría que la economía española se ha dejado por el camino más de 1.100 millones debido al impacto del clima, según datos de la Agencia Europea de Medioambiente.
Un reciente informe del Banco Central Europeo señalaba a España –y las economías del sur, pero también Francia y Alemania– como uno de los territorios más expuestos a la sequía por su situación geográfica. La exposición de los cultivos a unas temperaturas cada vez mayores, a la que se suman episodios cíclicos de sequía que lastran la producción del sector y elevan los precios. De hecho, la correlación que exponen los economistas de la institución es que cada grado centígrado extra significa dos décimas de encarecimiento.
Desde Funcas apuntan a que los episodios climáticamente adversos volatilizan la producción agraria y que una sequía leve, episodios cada vez más frecuentes en España, se llevan por delante dos décimas del PIB y daños colaterales en el sector energético o turístico.