
El camino del opositor es largo, solitario, duro y sin remunerar, pero para la mitad de la población en activo española es preferible a seguir trabajando en el sector privado. Y es que al llegar a la meta, la recompensa que ofrece el sector público, una mejor calidad de vida y estabilidad laboral, pesa más en la balanza que un salario alto. Si sumamos esto al actual contexto inflacionista y de incertidumbre económica, tenemos como resultado que uno de cada dos españoles de entre 18 y 55 años –alrededor de 12 millones de personas– ha opositado o está pensando hacerlo próximamente, según un informe del portal OpositaTest publicado recientemente. De ellos, el 65% lo hace por la estabilidad laboral y el 74% considera que ser funcionario permite tener una mejor calidad de vida que la que ofrecen la mayoría de empleos.
Esta avalancha de opositores que buscan un futuro estable pone en el punto de mira las condiciones laborales del sector privado. Según Jacobo Fariña, responsable de comunicación de OpositaTest, aunque la mitad de los opositores y de los que se plantean opositar tienen trabajo, siguen buscando la estabilidad, «una señal clara de que su contrato no les ofrece seguridad y certeza».
El criterio económico también importa, pero menos, ya que algunos son conscientes de que con el cambio cobrarán menos. Según el informe, el 55% de los opositores aumentarán sus ingresos si consiguen la plaza, pero un 12% indica que con un empleo público cobrará menos y el resto se mantendrá en el mismo nivel. «Así como antes aceptaban trabajados donde el salario era el factor decisivo, ahora influye la conciliación, la flexibilidad, un ambiente adecuado y la tranquilidad de saber que tienen garantizado un futuro», señala Jonathan García, consejero delegado de OpositaTest.
El perfil del opositor medio español es una mujer de entre 36 y 50 años, lo que deja claro que la vía del empleo público en la mayoría de los casos no es el plan A. Mientras que un porcentaje limitado de los opositores salen directos de la carrera y se preparan para el examen, buena parte cuenta con un empleo en el sector privado que no les permite conciliar y cuyo salario no es tan abultado una vez descontados los gastos. «Se critica que la gente quiera opositar en lugar de emprender o trabajar en empresas. Al final es gente que tiene un montón de caminos entre los que escoger y escoge el público porque le ofrece las mejores condiciones a nivel personal y económico. Hay que poner el foco en lo que debe mejorar el sector privado», advierte García.
