Guillermo Velarde fue general del Ejército del Aire, miembro del Cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos del Ejército del Aire, piloto, científico y catedrático de Física Nuclear en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid desde 1973.
Nació en 1928. Tras trabaja en el mundo de la aeronáutica en el marco de su carrera militar, decidió realizar estudios universitarios en el ámbito de la energía nuclear. Fue a Estados Unidos a formarse en la Pennsylvania State University y en el Laboratorio Nacional Argonne en Chicago, trabajando también en Atomics International de California en la física del núcleo de un reactor. Volvió a España como uno de los mayores expertos en tecnología nuclear, por lo que en 1956 ingresó en la Sección de Física Teórica de la Junta de Energía Nuclear (JEN), donde permaneció hasta 1981 como director de Tecnología.
En 1963, el jefe del Alto Estado Mayor, capitán general Agustín Muñoz Grandes, preocupado por las presiones marroquíes en los territorios españoles en África, decide, como forma de disuasión, crear una bomba atómica española. Este proyecto secreto recibió el nombre del toro que mató a Manolete: Islero.
Guillermo Velarde en el centro de la imagen, con José María Otero Navascués a su derecha.
Velarde, que se encontraba en1963 en Estados Unidos, recibió la llamada del presidente de la JEN, José María Otero de Navascués, para que se reincorporara a la mayor brevedad a la JEN, en donde recibió el encargo de desarrollar la bomba atómica española. Lo haría trabajando con un comité reservado de la JEN, siendo Otero y el mismo los únicos responsables de la toma de decisiones del proyecto.
Velarde redactó el estudio de viabilidad y el proyecto en un plazo de menos de tres años, para la construcción de 36 bombas atómicas de plutonio.
La tecnología de las bombas nucleares era un secreto bien guardado por los americanos. Pero el Proyecto Islero tuvo un golpe de suerte en 1966 cuando un bombardero estratégico B-52 y un avión nodriza KC-135, ambos estadounidenses, chocaron en el aire, en la vertical de la pequeña localidad de Palomares (Almería).
El B-52 transportaba cuatro bombas termonucleares Mark 28 de 1,5 megatones, de las cuales dos pudieron ser recuperadas. Guillermo Velarde fue comisionado para informar sobre el accidente, y tuvo ocasión de estudiar una de las bombas, descubriendo una espuma formada por poliestireno. A partir del conocimiento de dicha sustancia y tras varios meses de cálculos y simulaciones, el profesor pudo redescubrir el proceso Ulam-Teller, responsable del encendido del combustible nuclear, clave para la creación de la bomba termonuclear, utilizando como iniciador una bomba atómica.
Con el descubrimiento, ya era posible que España desarrollara tanto bombas atómicas como termonucleares (mil veces más potentes que las primeras).
Tras el accidente de Palomares, Velarde fue a entrevistarse con Franco. En dicha entrevista defendió vehementemente la necesidad de materializar el proyecto y construir las bombas, para las cuales se obtendría el plutonio del reactor de la central Vandellós I. La defensa fue tan vehemente que Franco le dijo: “Velarde, tiene usted que atemperar su carácter”.
Sin embargo, Franco temía la reacción de Estados Unidos a ese plan y congeló el proyecto, a pesar de la promoción activa realizada por altos dirigentes del régimen, en concreto Carrero Blanco y Muñoz Grandes, mientras que el Ministro de Industria, Gregorio López Bravo mostró su oposición. Con el paso del tiempo, los valedores del proyecto fueron desapareciendo de la escena política.
Con Franco todavía vivo, en 1974, el Presidente del Gobierno Arias Navarro y el General Manuel Gutiérrez Mellado ordenan a Velarde reactivar el proyecto. Pero, una vez más, las presiones norteamericanas hicieron que Adolfo Suárez, ya presidente, le pidiera a Velarde, con el Proyecto prácticamente terminado, que no continuara.
En 1987, se da carpetazo definitivo al proyecto, puesto que nuestro país firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, que simbólicamente puso fin al proyecto.
Ya mucho antes Velarde había comprendido que su futuro profesional no iba a estar en las aplicaciones militares de la tecnología nuclear. Por ello, en 1973, obtuvo la Cátedra de Física Nuclear de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid.
A pesar de todos los contratiempos del proyecto Islero, gran parte de la tecnología desarrollada era aplicable para usos civiles de la energía nuclear. Por ello, en 1980, por encargo de los Generales Manuel Gutiérrez Mellado (Vicepresidente del Gobierno) e Ignacio Alfaro Arregui (Presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor), Velarde crea el Instituto de Fusión Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid, institución que dirigió hasta 2004.
Fue miembro del Comité de Coordinación de la Unión Europea para la energía de fusión inercial y presidente de dicho comité de 1998 a 2007. En 1985 actuó como padrino en la investidura como doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Madrid del físico soviético y premio Nobel de Física Nikolái Básov.
Velarde publicó más de 400 trabajos de investigación, codeándose con los más eminentes científicos nucleares del siglo XX. En 1997 se le concedió el premio Edward Teller International Award a la investigación sobre fusión por confinamiento inercial y en 1998 el Archie A. Harms Prize por el desarrollo de sistemas emergentes de energía nuclear. En 2011 las Fuerzas Armadas le concedieron el premio Marqués de Santa Cruz de Marcenado por una vida dedicada a la investigación científica y su aplicación militar. Desde 2006 era miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes. Falleció en Madrid en 2018, a los 89 años.
Fuente: ASIINDUS
Vicente González Muñoz.
Cuerpo de Ingenieros Industriales del Estado (promoción 2002).