
España se encuentra ante una de las mayores encrucijadas energéticas de los últimos 25 años ya que la seguridad de suministro puede estar en riesgo los próximos dos años.
El pasado 4 de octubre, nuestro país estuvo cerca de sufrir un apagón que sólo pudo evitarse con la entrada en funcionamiento de todas las plantas de ciclo combinado de gas que había disponibles. La situación, además, resulta especialmente delicada ya que aquel día ni siquiera la demanda se encontraba en niveles elevados sino que apenas ascendía a 30.000 MW frente a las puntas que se han llegado a registrar históricamente en nuestro país de más de 45.000 MW.
Entsoe -el organismo que aglutina a las empresas responsables de Europa de la gestión del sistema eléctrico, entre ellas REE- ha presentado a los supervisores europeos de ACER un informe sobre la capacidad de los diversos sistemas eléctricos para garantizar el suministro de energía en los próximos años. Los países con más peligro de que se elimine capacidad de generación y por tanto se ponga en jaque el suministro son Italia, España, Reino Unido, Grecia y Alemania.

Según dicho informe, y que previsiblemente recibirá el visto bueno de ACER el próximo 28 de febrero, la situación en España afrontará un importante riesgo en 2024 y en 2025 por el posible cierre masivo de centrales de gas.
Tras los problemas sufridos el pasado 4 de octubre, Red Eléctrica decidió revisar los requisitos de reserva del sistema eléctrico y ha certificado la necesidad de contar con una mayor capacidad. De hecho la compañía llegó a pedir en su día que se aplazaran la revisión de centrales para contar con un margen de seguridad suficiente.
La compañía indica a Entsoe que los problemas de adecuación de 2024 -que no han sido incluidos como estaba previsto en el informe final de los transportistas europeos- son incluso mayores que los anunciados para 2025.
El análisis de viabilidad indica que se darían de baja entre 9.570 y 10.110 MW de potencia térmica (540 MW de carbón y el resto de centrales de ciclo combinado), y sólo entrarían alrededor de 1.000 MW de demanda flexible, lo que en la práctica reduce notablemente la capacidad de gestión del operador del sistema en cerca de 9.100 MW.
Esta situación, que puede parecer a primera vista exagerada, es un hecho real ya en estos momentos puesto que compañías como Naturgy han solicitado el cierre de 10.000 MW de potencia de sus centrales de gas.
