La industria española creció a su ritmo más veloz desde febrero de 2022 y, una vez más, reportó el mejor avance en el Viejo Continente. El índice PMI Manufacturero de España, publicado este lunes por S&P Global y el Hamburg Commercial Bank (HCOB), escaló hasta el 54.5 en octubre, frente al 53.0 apuntado el mes anterior. Este impulso notable se debe tanto al alza en la producción como a los nuevos pedidos. En tanto, el PMI del Sector Manufacturero de la eurozona suavizó ligeramente su caída y se situó en 46.0, un punto por encima de su última lectura. Sin embargo, lleva 28 meses de contracciones –por debajo del umbral de 50.0, que señala el crecimiento– y registró su racha negativa más prolongada desde el inicio de la serie en 1997. Las fábricas de dos de los pesos pesados en la zona de la moneda común, Alemania y Francia, tropezaron nuevamente y arrastraron consigo la marca comunitaria.
Las empresas españolas atribuyeron el repunte de los pedidos a un incremento de la demanda del mercado. Esta mejora en las condiciones provocó la subida de nuevos pedidos de exportación más rápida en casi tres años. No obstante, en el informe difundido este lunes, se ha revelado que la capacidad de la economía manufacturera todavía es limitada. Las órdenes por completar escalaron a su ritmo más pronunciado desde mayo, lo que obligó a las firmas a ampliar sus plantillas para dar abasto.
En la zona euro se dio el fenómeno contrario, dado que el volumen de fabricación se contrajo en octubre, encadenando diecinueve meses de declive. Las líneas de producción volvieron a verse afectadas por la bajada de nuevos pedidos recibidos al comienzo del cuarto trimestre. Esto provocó también una reducción de personal.
En lo que respecta a los insumos, las compañías nacionales optaron por comprar más para robustecer su producción. La presión en los proveedores provocó un ligero alza de precios y una ampliación de los plazos medios de entrega. Por el contrario, los fabricantes de la zona euro volvieron a recortar su actividad de compras, pese a que los costes a los que se enfrentan disminuyeron.
El economista jefe del HCOB, Cyrus de la Rubia, opina que la lenta demanda mundial, provocada por la crisis de la COVID, no motiva a las empresas a reabastecerse.
Por su parte, tanto en España como en el resto de los países comunitarios se optó por reducir los importes cobrados a los clientes. De la Rubia señala que el entorno del sector sigue siendo deflacionario. “Parece que las empresas se ven obligadas a repercutir íntegramente las correspondientes reducciones de precios a sus clientes. Esto indica una competencia feroz, que afecta a los márgenes de beneficio de las empresas. Suponemos que la competencia de China juega un papel importante en este sentido”, ha añadido.
Justamente Pekín ha presentado este lunes una queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la decisión de la Unión Europea de aumentar los aranceles a los coches eléctricos chinos. Esta medida se hizo efectiva el 30 de octubre, en un intento por hacer frente a la brecha con el gigante asiático, especialmente visible en el sector automovilístico que atraviesa una crisis pronunciada en los grandes países productores. Un ejemplo claro es el de la semana pasada, cuando se conoció que Volkswagen contemplaba el cierre de tres fábricas en Alemania.
La manufactura en el resto de Europa
Austria registró el ritmo más fuerte de declive entre los países de la zona euro que cubre el estudio del PMI y su índice bajó hasta su mínima de diez meses. Francia y Alemania marcaron su cifra más baja en dos y tres meses, respectivamente. Además, se observaron deterioros moderados en Italia y los Países Bajos. Del otro lado de la balanza, se observó una renovada mejora en las fábricas irlandesas. Grecia también siguió mostrando resiliencia, y su índice se situó por encima del nivel de ausencia de cambios por vigésimo primer mes consecutivo.
Aunque las contracciones en la eurozona se ralentizaron, la confianza empresarial se desplomó hasta su mínima desde octubre pasado. Un panorama muy distinto al que reina entre las empresas españolas, que miran hacia el futuro con confianza y esperan que las ventas mejoren aún más en los próximos 12 meses.
Feldhusen apunta algunas de las amenazas para la industria tanto en España como en el resto del Viejo Contienente. “Persisten los riesgos globales a la baja, como las próximas elecciones estadounidenses, con obstáculos desfavorables para el comercio y la probabilidad de nuevas escaladas en Oriente Medio a través del posible aumento de los precios del petróleo”, detalla.