
El proceso de transformación de la industria automovilística no está siendo sencillo. La recuperación de la producción tras la salida de la pandemia aún no se ha completado, de igual manera que no lo han hecho los principales mercados automovilísticos europeos.
Pese a ello, la Comisión Europea ha dado luz verde a la prohibición de comercializar vehículos de combustión en 2035 -la cual está pendiente de su aprobación final por las reservas de Alemania para establecer excepciones con los combustibles sintéticos-. Un panorama que provoca que los grupos automotrices tengan que planificar las inversiones futuras en la actualidad. Pero antes de que llegue ese momento, hay otro paso intermedio por parte de la Comisión Europea. Se trata de una nueva norma de emisiones, denominada Euro 7 y cuya entrada en vigor está prevista para el mes de julio de 2025, en el caso de los turismos y las furgonetas, y 2027 para camiones y autobuses. Todo ello con el objetivo de cumplir con el Pacto Verde Europeo.
Ahora bien, la automoción cuestiona la utilidad de esta normativa, dado que tan solo reduciría las emisiones en un 4%, una mejora que fuentes del sector califican de "marginal", al tiempo que detraería las inversiones en electrificación. La Comisión destaca que esta nueva normativa "habrá reducido las emisiones totales de óxido de nitrógeno (NOx) de los turismos y las furgonetas en un 35% en comparación con Euro 6, y en un 56% en comparación con Euro VI, en el caso de los autobuses y los camiones. Al mismo tiempo, las partículas procedentes del tubo de escape se reducirán un 13% en los turismos y las furgonetas y un 39% en los autobuses y los camiones, mientras que las partículas procedentes de los frenos de un turismo se reducirán un 27%".
