Los subsidios de los que ha dotado tanto China como Estados Unidos a la industria verde han obligado a la UE a apretar el paso en el mismo sentido. Es así que la Comisión Europea ha presentado este jueves la ley para la Industria Cero Emisiones, que busca acelerar la producción de tecnologías limpias en el mercado comunitario para hacerse con un 40% del mercado a nivel mundial en 2030.
"Con la ley queremos fabricar al menos el 40% de nuestras necesidades en Europa", ha explicado el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Pacto Verde europeo, Frans Timmermans, que ha insistido que es "bueno estar en esta carrera y quien la gane se moverá con rapidez". Y en un paso más ha apuntado que Europa "será el primer continente climáticamente neutro del planeta".
De cara a alcanzar tal objetivo, la propuesta pretende aumentar la producción de ocho tecnologías verdes: solar, eólica, baterías, bombas de calor, geotérmica, electrolizadores y placas de combustible, biogás y biometano, así como otras tecnologías de captura de carbono. Una lista que se amplía a las tecnologías que contribuyan a la reducción de emisiones y que incluye aquellas tecnologías avanzadas para la producción de energía nuclear con pocos deshechos, los reactores modulares pequeños y los combustibles.
"Necesitamos 90.000 millones en Europa solo para granjas eólicas, 600.000 millones de euros entre ahora y 2030 en todo el mundo. Debemos jugar nuestro papel aquí", ha destacado, por su parte, el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton.
La normativa pretende reducir la carga administrativa, así como acelerar y simplificar los procesos de concesión de permisos de proyectos estratégicos cero emisiones. La propuesta de Bruselas incluye el impulso a proyectos de instalaciones industriales, que tendrán la consideración de interés común para toda la UE. Así estas iniciativas tendrán que aprobarse en un plazo de 9 meses en el caso de las plantas que produzcan menos de 1 GW y en el plazo de un año para aquellas con una capacidad de producción superior.
Como parte de la iniciativa, el Ejecutivo comunitario ha planteado crear los valles regulatorios, que se articulan como una serie de zonas que permitirán acelerar los permisos para la instalación de industrias, ejecutar pruebas regulatorias y acelerar el acceso a los fondos.
Cabe recordar, no obstante, que la fórmula ya existe para los proyectos de hidrógeno. Por lo que ahora se amplían a otro tipo de instalaciones que podrán financiarse con parte del mecanismo de Comercio de Emisiones. Una demanda que ha venido realizando Países Bajos y que permitirá que las garantías reduzcan el coste de la deuda para los impulsores de tales proyectos.
Como parte de este paquete, Bruselas ha incluido su intención de impulsar el diseño de un Banco Europeo del Hidrógeno. Una propuesta con la que busca mandar un mensaje al mercado de la postura comunitaria en este sentido e impulsar los acuerdos de suministro con socios como Canadá, con quien la semana pasada se alió en este sentido.
Además, la norma pretende impulsar instalaciones de almacenamiento de CO2 para alcanzar los 50 millones de toneladas en 2030, con contribuciones por parte de los productores de gas y petróleo. Por otro lado, establece que las autoridades deben considerar criterios de sostenibilidad y resiliencia para las subastas públicas.
La Comisión Europea, que ha acelerado el paso en la transición verde por la necesidad de romper la dependencia del gas ruso, busca mejorar las condiciones para instalar proyectos cero emisiones en el mercado comunitario y atraer inversiones. Pero el objetivo también es impulsar la competitividad de la industria europea con un incremento de la capacidad de producción.
Con la propuesta de la Ley de Materias Primas Críticas, la Comisión Europa busca dar un impulso a la soberanía comunitaria, reduciendo la necesidad de la UE de importar bienes de cara a evitar riesgos de rotura en la cadena de suministro.
El plan lo anunció en Davos la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Una estrategia comunitaria que ante los ojos de las élites económicas mundiales buscaba posicionar a la UE, proporcionar una respuesta al paquete de subsidios estadounidenses dotado de casi 370.000 millones de dólares para la industria verde y el vehículo eléctrico que ha planteado serias controversias en el tejido productivo comunitario, principalmente por el riesgo de fuga de empresas al otro lado del Atlántico que entraña.